Para disfrutar de una vida sexual plena en la tercera edad sólo dos tipos de alteraciones pueden frenarla: alteraciones fisiológicas o patológicas. Las primeras son las que se dan como parte del envejecimiento y las segundas son enfermedades que pueden aparecer en cualquier momento de la vida.
Para actuar contra ellas es crucial conocer sus efectos y para ello hay que buscar el consejo médico para entender qué sucede en el organismo y así seguir disfrutando del sexo.
Todos los estudios realizados hasta la fecha afirman que la actividad sexual es muy recomendable para la salud. Beneficia tanto el cuerpo como la mente ya que su práctica es sinónimo de longevidad y vitalidad.
Existen muchas noticias falsas, llamadas hoy en día fake news, sobre la práctica de sexo en edades avanzadas: principalmente sobre muertes súbitas mientras se realiza el coito. Y, salvo contadas excepciones, son leyendas urbanas. Se ha establecido que el esfuerzo que supone un coito es igual al de subir dos pisos por la escalera. No obstante y como quiera que a determinadas edades el ser humano se muestra más precavido de lo normal siempre será aconsejable, en caso de duda, acudir al cardiólogo antes de prescribirse uno mismo la sentencia de la abstinencia.
Las enfermedades que pueden trabar la actividad sexual de una pareja son las relacionadas con el aparato circulatorio, tales como: hipertensión, diabetes, trombosis, arterioesclerosis, angina de pecho, infarto de miocardio, etcétera. Y los fármacos que se prescriben para estas enfermedades en algunos casos alteran la libido.
Superar la vergüenza
Las personas de edad avanzada deben desprenderse de la vergüenza que les supone ir al médico a hablar de su sexualidad. De ese modo se evitarán muchos casos se automedicación dañina que sí puede afectar a la salud del paciente. En el caso de la disfunción eréctil hay casos verdaderamente sangrantes a este respecto. Miles de personas adquieren a través de internet, principalmente, pastillas falsas que sólo hacen daño a la salud.
Las consecuencias psíquicas ante una mala o inexistente sexualidad producen alteraciones en la convivencia de las parejas. El mal humor casi siempre en silencio establece una barrera en la relación que tan sólo sirve para perturbar momentos del día a día que deberían ser agradables y por culpa de un mal sexo no lo son.
Como quiera que muchas personas todavía son víctimas de una educación en la que la palabra sexo era tabú, se recomienda que sea en la medida de lo posible tema de conversación entre parejas. A veces la mejor terapia sexual que existe es el diálogo. Qué actividad le gusta más. Dónde siente más placer cuando le tocan. Qué parte del cuerpo le gusta más de su pareja. Qué le excita más.
Es por todo ello que la práctica sexual es algo de lo que no hay que renunciar porque se haya llegado a una edad determinada. En caso de problemas hay que buscar en primera instancia el consejo de un médico, pero lo más importante sobre todo es poner interés en seguir el camino de la vida.