Excepcional época la que se vive en la práctica totalidad del mundo conocido durante lo que llevamos del año 2020. Un año, una década que se iniciaba como trasunto secular de aquellos “felices años 20” del siglo XX y que se ha teñido de impotencia, inquietud, incertidumbre… debido al estado de alarma y las consecuencias de la reclusión domiciliaria a la que se ha obligado a la población, en España desde el 14 de marzo, para hacer frente a la pandemia por el denominado COVID-19.

La autobiografía es un modo sugerente de aunar las vivencias, experiencias y pensamientos de una persona o de un clan familiar, dándole la importancia y dignidad que merecen esos recuerdos, procurando para ellos coherencia y emotividad, considerándolos también añoranza del pasado y estímulo para el futuro. 

Precisamente por eso, la idea de escribir una autobiografía ha aflorado durante las últimas semanas sobre todo, en los entornos familiares. La obligada reclusión doméstica ha procurado tiempo para ordenar armarios, archivar documentos, revisar álbumes de fotos, desempolvar cajas de recuerdos, recuperar objetos de herencia y tradición. Toda esta actividad, imprevista e inesperada, en razón de la alarma sanitaria y la sobrevenida pandemia, ha puesto orden en las casas, ha dado claridad al pensamiento y ha proporcionado perspectiva personal, de la misma manera que ha generado una motivación especial para dejar constancia de lo vivido.

Resulta asombroso conocer que el término pandemia tiene un origen griego, con el significado de “reunión del pueblo”. Durante la pandemia del COVID-19, el pueblo no se ha reunido, sino que nos hemos recluido, aunque se ha puesto en evidencia la importancia de la creatividad artística y musical, el valor de la política, la riqueza de la filosofía, la amplitud de las artes escénicas, la contribución de la ciencia y la tecnología, los beneficios del ejercicio físico y la buena alimentación. Todo ello representa los valores de la cultura griega clásica y son aspectos que han aflorado en nuestro día a día, como un diario biográfico frente a un enemigo tan invisible como temido, que ha causado caos, muerte y desesperación, pero también solidaridad, espiritualidad y deseos de mejora.

En el tiempo de la pandemia, el consejo de todos los expertos se ha centrado en seguir una rutina, desarrollar las habilidades conocidas y descubrir las capacidades ignotas para mantener el ánimo alto y la mente activa. De la misma manera se procede al escribir la autobiografía. Hay que tener constancia para proceder a su redacción; hay que estar en disposición para recabar cada detalle de la biografía que resulte de relevancia e interés; y hay ser capaz de evocar y traer al presente aquellos acontecimientos que podrían pasar inadvertidos para los demás, pero que en la autobiografía personal suponen un ejercicio de motivación, formal y sincera.

Cabe preguntarse si la “reunión del pueblo”, en la pandemia, es una oportunidad para recuperar y revivir los recuerdos de nuestra biografía, en relación con nuestro clan familiar, con nuestros amigos de antes y de ahora, con nuestros compañeros de trabajo, de estudios, de ocio, y ordenar imágenes y fotografías. Si así fuese, este tiempo tan extraño y tan novedoso en tantos aspectos, podría aprovecharse para elaborar la autobiografía, como elemento increíblemente sugestivo y meritorio de nuestra historia de vida.

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